Estábamos en la habitación, las luces bajas y alguien tocando la trompeta en los parlantes. Le muestro mis medias como se lo había prometido en el bar, hace una hora. Me negué a hacerlo en el auto para no perderme los músculos de su cara, tensos de expectativa. Es hermoso verlo como un extraño recién conocido y las facciones de siempre, reconocibles aún en la penumbra.
Luego charlamos sobre los viejos amigos que no veíamos hace tiempo, los cercanos a mi de lo que podía saber algo. La distancia lo había llevado lejos de un mundo en común que podíamos recuperar de a pedazos, si acaso.
-Cuántos meses pasaron? Cinco?
-Ocho.
-Se sienten como años
-Nunca hablamos después de esos días.
Lo abrazo sin sentimentalismos, me susurra una vieja broma y nos reímos. Nos extrañamos y podríamos vivir el resto de nuestra vida sin volver a tocarnos.
-No esperaba tu llamada
-No esperaba volver
-Casualidad?
-Quería verte.
No es cierto y en la mentira me siento segura. ¿Qué vida es esta? ¿La segunda? ¿La tercera? Con cuánto cuidado deberé armar las historias para que nadie nos descubra? Es excitante, es maravilloso, mañana se termina, a primera hora por la ventana cuando aparezca el sol, otra parte de mi vida que no existirá jamás.
3 comentarios:
Me sorprendió.
Siempre inteligente y sutil para expresar sin muchos preámbulos lo que provoca un reencuentro. Yo también viví algo parecido
gracias!
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