11.12.10

AFTER ALL...


No hubo un solo momento cuando estabamos juntos en el que pensé que podría acabarse. Viví en una irrealidad.

Una vez me tocaste la pierna enfrente de todo el mundo y las chispas en mis ojos fueron evidentes como siempre. Y asi delante de todo el mundo nos fuimos a besar y nunca pensé que podría acabarse, todo el éxtasis y cuánta dulzura de esos labios, siempre apurados, siempre, como una señal.

Me habías dicho que me querías, por primera vez y casi estallo, si fuera posible, de la felicidad, de la perfecta simetría entre lo que yo te quería y vos a mi, todo el mundo afuera sonaba tan estúpido. Esas dos palabritas flotarían hasta el fin de los tiempos y no es posible el fin, pensaba. Me dormí esa noche sonriendo porque no pensé, no podía imaginar que acabaría.

Y allí. El fin de todo. El fin de las cosquillas, de la foto furtiva a tu pecho desnudo, el fin de los abrazos de medianoche cuando sentía el vértigo apoderarse de mi. Me aferré a los brazos de mucha gente y me instalé en ellos siempre creyendo que nadie me arrancaría de ahí.

Nunca supe que esos momentos eran únicos, como copos de nieve, irrepetibles y perfectos y frágiles. Me desespera no haberlos saboreado por completo. Me callé tantas veces pensando que la próxima vez diría todo: como me gustaba la forma en la que me apretabas la mano, las peleas, como temblabas al estar dentro mío y simplemente como nos reíamos. Los espasmos de las carcajadas rebotando como locas por el cuerpo, las manos crispadas y las lágrimas en los ojos porque nos podíamos morir riendo en ese instante. Lo valía, como no?

Ahora son todos sueños. Brumosos. Desesperados. Vuelven en ráfagas para pegarme directo en el centro del pecho, a llenarme de preguntas, a odiarme. Eran únicos, eran todo lo que no volverán a ser, son recuerdos, volantazos, esquinas mal dobladas, pantallas escrutadoras, son miles de comas y sinónimos de melancolía.

Quisiera capturar un fénix y quemarlo porque sus cenizas darán una nueva criatura exacta a la anterior, y no volveré a extrañarlo ni a todos esos momentos, nunca nunca jamás.