3.6.12

300

Trescientos días han pasado con sus horas y sus estúpidos minutos. Trescientas marcas en el calendario hasta que tu cara apareció, fuera de mi mente, como un fantasma olvidado. Me vi en sus ojos y quise correr, al pasado donde eras intocable inofensivo, no así mundano, tomando taxis, pagando cuentas.
Pienso en comprar otro almanaque.
Trescientos días que siguen siendo el primero, porque el tiempo no pasa (cruel piedad), y otra vez ese desencanto de las causas imposibles.