20.5.12

ATARDECERES ETERNOS

Hubo distancia, un millar de kilómetros
a través de ellos, por los segundos
que duró,
el adiós, la despedida,
el mundo conocido, las mañanas adormecidas,
en un disparo de luz, tan breve como un latido.
Afuera las vidas concluyen
y no les importa
porque la muerte les ocurre en este instante.

No es la compañía obtusa
la soledad de los poetas,
ni siquiera son las lágrimas
que salan almohadas y madrugadas.
No son los eternos atardeceres
insoportables
en belleza y fin.
Se trata, le susurra, de aquello que no será,
las miles de moléculas de aire
que ya no nos pertenecerán,
no habrá risas
en la mundanidad de un cuarto.

Es una casa abandonada, llenándose de arena
abandonada hasta del tiempo,
donde los fantasmas
se buscan en retratos,
quiénes fueron
algún indicio que sus vidas continúan
aunque se sabe
no hay tal milagro,
nos queda cerrar las puertas con doble llave
y esperar que otra noche pase
asi nadie nos escuche, asi a nadie le importe.


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