20.2.08

La puerta


Recuerdo que estaba en ese pasillo, vidrios por doquier y pisos de parquet. Miles de pisos para arriba y para abajo, me asomaba por el hueco que cortaba de punta a punta el edificio. Otros como yo paseaban en los pasillos.

Me cansaba la espera asi que encendí un cigarrillo y traté de fumarlo pausadamente, con grandes bocanadas. Esa especie de shopping que recorría con mi cigarrillo en la mano me parecía una exageración. En todo caso, no era lo que me esperaba, sin embargo tenía que recordar que eran los ochenta y todo era de parquet y amarronado.

Me llamarán por un altavoz?, pensé. A qué hora es mi hora? No quería esperar más. Me miré en el reflejo de los vidrios, remera y jeans, mis zapatillas de lona negra. Alrededor de veinticinco años. Gracioso. Luzco grande, soy adulta. Dónde demonios estoy?

El cigarrillo no se acaba, el humo me envuelve y me digo que sería fantástico recordarlo todo cuando salga de allí. Pero sé que no puedo, que pasarán años y años y recuerdos hasta que pueda revivir esta sensación y ver este parquet. Reconocer este parquet.

Ya está. No aguanto. Es demasiada espera y siento que tengo que irme, que debo hacerlo porque no quiero seguir paseando en esos pasillos, mirando a esa gente en mi misma situación.

Entonces corrí hacia la puerta, la salida.

Del otro lado el frío era bestial y grité. Mi madre me esperaba con sus brazos abiertos mientras yo temblaba envuelta en fluidos y la sábana áspera del sanatorio. Finalmente había nacido.


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Esto sí es carne fresca.

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Foto: Aaron Hawks